Espectro de pelo rojo

El mágico tren suburbano
engulle desechos de viento,
dando forma a un espectro de pelo rojo.

Siéntate en las entrañas y observa,
con la mirada atenta sobre el perfil
de un voraz devorador de libros.

Mírame a los ojos, muchacha con pecas
y arrastra tu cabellera hacia mí,
para que pueda enredarme
en tu enmarañada alma.

Vuelve la vista hacia mis ojos,
para que veas el candor
de una pupila dilatada
por la oscuridad de mi viejo rincón.

Quisiera saber tu nombre,
sombra de recuerdos,
y así poder invocarte
cada noche en mis sueños.

Espectro de pelo rojo

Aquí estoy, sentado

Aquí estoy, sentado, viendo pasar el mundo,
los días, las noches, los siglos.
La sonrisa muestra mi despreocupación por el tiempo,
pero mi corazón de piedra grita desolado.
He conocido hambres, guerras y tiempos de gloria.
He conocido a hombres y mujeres,
cientos y cientos de personas (miles),
que nunca llegaron a conocerme.
La lluvia, una vez más, me refresca el rostro cansado.
No recuerdo haber conocido un día tan tranquilo
desde hace mucho tiempo.
Tanto, que ya, ni me acuerdo.
La gente, a mis pies, corre, grita y se prostituye
en viejas cóleras de degeneración compartida.
He visto muchos pasados y os puedo asegurar
que será igual en el futuro…
Ha dejado de llover,
el sol hace un intento de salir.
Otro arco iris más.
La sabiduría se alcanza con la experiencia,
la experiencia la otorga el tiempo.
Creo que soy extremadamente sabio.
Pero mis consejos no sirven,
mis palabras no se escuchan.
No puedo hacer otra cosa más que mirar,
y seguir mirando desde mi puesto,
aquí, sentado, como otra gárgola más.
Aquí estoy, sentado

En la seguridad de mi rincón

Acurrucado en la seguridad
que me brinda mi rincón,
me siento protegido
del devastador ataque
de los devoradores de sueño.
Mi rincón es una fortaleza
tan inexpugnable,
que nadie atraviesa
sus murallas de silencio.
En él me retuerzo
como un felino acorralado
y a él regreso
cuando me siento perdido,
–y siempre me encuentro–.
Sin mi rincón no soy nadie,
y ni un cielo incendiado,
ni una ciudad ensangrentada,
desmembrarán jamás
ni uno de sus cimientos.
Porque acurrucado
en la seguridad de mi rincón,
cuando me siento cansado, descanso.

En la seguridad de mi rincón

Como un sueño

Como un sueño
que al despertar no se recuerda,
nebulosa faz se asoma
a los recónditos posos
de la incontenible inconsciencia,
trayendo consigo,
desde los profundos abismos
de la soledad ingrata,
los temores infantiles
de las oscuras noches
de proféticas pesadillas.

La tenue luz
de una inerme hoguera,
extiende oscilantes sombras
de terror silencioso,
socavando los enigmas
que provocan,
en una mente invadida
por fantasmagóricas quimeras,
el fetichismo histérico
por las supersticiones
y la superchería.

Como un sueño