El mágico tren suburbano
engulle desechos de viento,
dando forma a un espectro de pelo rojo.
Siéntate en las entrañas y observa,
con la mirada atenta sobre el perfil
de un voraz devorador de libros.
Mírame a los ojos, muchacha con pecas
y arrastra tu cabellera hacia mí,
para que pueda enredarme
en tu enmarañada alma.
Vuelve la vista hacia mis ojos,
para que veas el candor
de una pupila dilatada
por la oscuridad de mi viejo rincón.
Quisiera saber tu nombre,
sombra de recuerdos,
y así poder invocarte
cada noche en mis sueños.